Santos Tornero. José. Reminiscencias de un viejo editor. Libros del Cardo: Valparaíso, 2019. 216 páginas.
Las memorias de Santos Tornero, uno de los primeros editores del país, a cargo de El Mercurio de Valparaíso, es un documento histórico relevante que vuelve a estar en circulación. Si bien uno puede encontrar el libro completo en la página de Memoria Chilena, al entrar a un catálogo vivo como el de Libros del Cardo, adquiere actualidad y relevancia dentro del mundo editorial nacional. Y esto no solo porque Libros del Cardo posee uno de los catálogos más firmes dentro de la edición independiente, con colecciones dedicadas al ensayo, la literatura infantil, libros ilustrados, traducciones, narrativa, etc., sino también porque conjuga actualidad con memoria histórica, y el pasado se hace presente. En este libro, se ilumina, por ejemplo, lo que se entendía por editor en el Chile del siglo XIX:
“El editor de un periódico, entre nosotros, es casi siempre su propietario; (…) El editor, como dueño del periódico y responsable ante la ley o ante el impresor de cuanto en él se publique, impone la marcha que se propone haya de seguir su diario para el buen éxito de su publicación, ya sea especulativo o ya se proponga fines políticos…”
Hoy en día la figura del editor ha variado. Al menos en el caso de los libros. No se trata solo de su “propietario”, en un sentido estrictamente económico, sino que es la(s) persona(s) que crea un catálogo definido. Roberto Calasso en La marca del editor habla de libros únicos. Libros que “se reconoce que al autor le ha pasado algo y ese algo ha terminado por depositarse en un escrito”. Prima lo literario por sobre lo comercial. Aun así, las editoriales buscan un balance entre ambas esferas, aunque también existan pequeñas editoriales donde lo comercial solo apunta a costear la producción de los libros. Pero las preguntas y las inquietudes entre ambos momentos históricos guardan relación, especialmente en torno al campo cultural.
Además, en estas reminiscencias, al inscribirse dentro del género de memorias, realiza un recorrido histórico de los acontecimientos políticos y sociales que marcaron el devenir de nuestro país. Llama la atención la aguda crítica al gobierno Montt-Varista y sus políticas de censura y represión. Relata los juicios y presiones a los que fue sometido, además del autoritarismo rampante con que gobernó. Pareciera que en el tiempo transcurrido, ciertas prácticas políticas tienden a repetirse.
“Así las cosas, empezaron las tempestades que habían de ser las compañeras del gobierno de aquellos dos notables hombres. El 20 de abril de 1851, (…) tuvo lugar en Santiago una insurrección encabezada por el coronel Urriola, precursora de lo que más adelante habían de suceder durante el gobierno Montt-Varista, que para sostenerse 10 años, como se sostuvo, necesitó recurrir a los estados de sitio y a las facultades extraordinarias”
La figura de Santos Tornero si bien forma parte de una élite empresarial, español avecindado en Chile, dueño de un diario, pone en tensión el relato oficial y no escatima en hacerse enemigos, si es que en ello lo que se juega es la libertad de prensa. Sus testimonios dan cuenta también del Valparaíso decimonónico, en pleno proceso de modernización. Aunque priman los nombres ilustres, se deja entrevar en estas páginas a los “rotos”, clases subalternas que la historia oficial suele relegar al olvido. Aunque son tratados con desprecio, los ubica dentro del relato que va construyendo, y que por lo mismo es posible subvertir.
El cuidado de la edición merece mención aparte. Si bien desde el plano material se nota lo prolijo que es Libros del Cardo, el problema radica en su interior. A lo largo de todo el libro hay erratas, algunas más grotescas que otras. Existen por ejemplo dos capítulos xiii, y uno de ellos ni siquiera aparece en el índice. En algunos pasajes hay dos erratas de carácter ortográfico en una misma página. El problema es que no es una excepción, sino que acompaña la lectura del libro. El trabajo del corrector de estilo es justamente velar y reparar en ello para facilitar la lectura, pero acá eso no sucedió. El descuido del corrector finalmente entorpece la misma. Resulta paradójico que en las memorias de un editor, haya ese tipo de errores de edición.
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