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Reportajes

Si el río suena, es porque letras y resistencia trae: Imaginaria, antología poética de autoras del valle de Aconcagua

Diez son las autoras convocadas por el escritor Marcos López Aballay en esta antología fundamental del valle de Aconcagua. Las escritoras son: Natalie Israyy; Priscilla Beas; Nadia Moya Puebla (Nur); Joselyn Villarroel Henríquez; Arlene Cubillos Poza; Lorena Véliz Flores; Paulina Molina; María Paz Tadres Vergara; Rocío Figueroa Barraza y Muriel Fuentes. Te invitamos a conocer en profundidad parte del trabajo de Priscilla y Lorena, quienes nos comparten sus vivencias en esta ruta personal y colectiva construida con el paisaje cordillerano como cuadro principal.

Por Lourdes Díaz Rosales

Dicen que si el río suena, es porque piedras trae. Entre San Felipe, Los Andes, Rinconada de Guzmanes, Santa María y sus zonas aledañas abundan los dichos y refranes, aquí nos encontramos con la verdad de este refrán, pues el río Aconcagua ha traído consigo escritoras y escritores. La tradición viene de antaño con Alejandrina Carvajal Aspee (1881-1951) y Azucena Caballero Herrera (1993-2016) y hoy, 2023, el legado continúa.

Nos encontramos en la plaza de San Felipe junto a Priscilla Beas, nos cuenta que es nacida y criada en la ciudad de Viña del Mar. Su historia con el arte viene por tradición familiar, su madre fue la cantautora y poeta mapuche, Aurora Fernández – Aurora Llankilef. Su padre, Fernando Beas, tenía una librería de textos usados. De esa manera, su cercanía con la lectura y la escritura aparece ineludiblemente desde temprana edad, se llama así misma como «La niña Wikipedia» y de esa manera reconoce que el entorno en que creció fue muy bonito y nutritivo.

Priscilla, cuéntanos sobre ti ¿a qué te dedicas actualmente? ¿cómo llegas hasta esta zona?

–Yo vivo en Los Andes. Estuve viviendo en San Felipe cuando llegamos por trabajo con mi marido. Hago clases y yo nunca me había dado cuenta de lo feliz que era haciendo clases. Soy profesora de artes visuales, licenciada en arte y después estudié la pedagogía. Pero ahora estoy haciendo clases de tecnología en el colegio Santa Juana de San Felipe, y no sé, siento que me gusta tanto lo que hago, lo pasó bien, como que tiro la talla…No sé, me siento como yo ¿cachay? Eso es lo que pasa, no es como una cuestión que tú vas, así como «Ay, tengo que ir a trabajar» y levantarme así mal, no. Me siento todo lo contrario, siento que es super entretenido, aparte el colegio es de puras mujeres, entonces es como harto power, harta energía que tienen de querer salir adelante, de ser siempre más y eso me encanta del colegio también… Me gusta mi pega.

Priscilla Beas hizo una pausa de su trabajo, para ser entrevistada en la plaza de San Felipe.

Mientras continúa la conversación comienza a sentirse la calidez que atraviesa la zona. Priscilla nos dice que ese martes el clima estaba tibio, a diferencia de otros días de extremo calor, característicos del territorio y de la fuerza que provoca este escrito que no sabe de tibiezas, donde las letras van ardiendo a medida que traspaso página por página.

–Priscilla, leo Imaginaria y me pregunto ¿en qué momento ocurre para ti?

–Claro, mira en el texto de Imaginaria hay una mezcla del sentirme mestiza. Por parte de mi mami hay una discordia entre comillas, porque mi mamá encontró que nosotros veníamos de una familia mapuche que fue estafada hace muchísimos años atrás, que, a los abuelos, a los tatarabuelos los curaban para cambiarles el nombre, les cambiaban el nombre y les cambiaban obviamente la escritura. O sea, si no estaba esa persona, no existía, entonces de ahí empezó esta idea de mi mamá de alzar la voz por el ser mapuche, ella estuvo durante muchos años, en los años 90 y después como, sabes, que yo no pescaba mucho, pero después me di cuenta que es algo súper importante en tu vida tener como…Saber de dónde vienes. Y ahí como que me ha estado, así como carcomiendo de a poquito ese bicho y he llegado a, más que nada, no conclusión, pero sí he llegado a un punto en que me doy cuenta que la raíz es importante, pero la idea es que no te quedes estancada, sino que tienes que ir viendo, variando, modificando tu mirada, tu forma de ser, tu forma de sentir para ser lo que uno es, que tiene que ser un ser único.

Son todos los caminos que se lanzan gritando

Y yo, casi sorda

Desbordo gritos hacia el cielo,

Se revientan las nubes y lloro.

Se inunda mi ser

Y se posa la gran bóveda

Del saber de mis ancestros

Wiñol trhipantu – priscilla beas

¿En qué momento decides comenzar a escribir poesía?

–Desde muy chica, pero he pasado por varios momentos en la vida cuando eres adolescente, en ese sentido, era como más oscura, más dark, más del sentido de lo under. Después como que va pasando la vida, yo tengo dos hijas, entonces la vas viendo de otras formas, así un poco más… ¿Cómo podría decirlo? Como más fresca…

¿Cómo que reverdece?

–Sí, sí, empiezan los brotecitos. Ahora estoy con lo mapuche, pero por una cuestión de que ya estoy madura, estoy requetecontra madura y que por eso siento que ya me caí de la mata y estoy viendo mis frutos. O sea, estoy viendo que voy, que estoy haciendo varios nichos.

Esa cosecha que vas recogiendo, la tomas y haces algo con ella…

–Claro, tú sabes que hiciste tantas cosas que está bien, lo tomas y haces algo de eso. Como con la misma masa que se va consolidando y se va haciendo una, pero, o sea, yo soy todas estas cosas. No es que yo sea esto, porque la licenciatura en arte era super, así como que te catalogaba ya, como artista visual, como escultora, como esto, pero si quieres esculpir, pucha…Bacán po’. Si quiero pintar, pinto. Si quiero escribir, escribo. Pero sí como soltándome, no poniéndome parámetro ni nada de eso.

Eso es interesante de este texto, muchas voces se reúnen de diferentes épocas, sé que no todas viven acá, algunas están también en otros alrededores de Valparaíso ¿estos escritos los hiciste viviendo acá, directamente desde el valle de Aconcagua?

–Sí, mira…Marcos, cuando fue la convocatoria, la idea es que se hiciera algo territorial, tomando la idea del yo como persona y trasladándolo o más que nada haciendo la marca que estamos acá en Aconcagua. Estos poemas que tengo acá son para esta antología, porque iba a ser de mujeres, recopilada por este gallo que es maravilloso. Marcos es un gallo súper open mind, me encanta. Un tipo que ha hecho muchas cosas, pero es muy humilde y eso es una cosa que uno dice sí, lo voy a hacer. Lo otro es que no sé po’ feliz de que sea algo de mujeres, que no sea algo ¿cómo te dijera? No es que no quiera que se incluyan los hombres, para nada, sino que yo creo que era necesario una antología de mujeres escritoras que nos hemos visto, hemos escuchado, o sea, yo sabía de varias de las chicas que estaban incluidas en la antología, pero yo no las conocía. Entonces, es como wow…compartimos algo. Eso, es bacán.

Priscilla ¿Quieres compartir alguna reflexión sobre la escritura dentro del territorio?

–Yo siento que llegué a destaparme de cosas, porque tú cachay que Valparaíso es el lugar bohemio. Viña, también lo tiene así bien internalizado y acá siento que abrí una parte del vivir en una ciudad tranquila, en un sitio donde de repente, no sé, sales a la calle y hay cuatro caballos pastando y tú miras y dices ¿qué onda? Entre ese surrealismo y esa realidad que está pactada con algo soñado, porque uno siempre dice pucha, me gustaría estar acá, en un lugar tranquilo, apacible y tener una buena vida, etcétera. Como que estoy en esa y por lo mismo el acto de escribir yo creo que es soltarme, es más que nada de ver a estas personas que van pasando con, no sé, cuatro perros y el caballo encima o ver la carreta que va pasando, es volver a Chagall, son escenarios que son poco realistas, pero que tú sabes que están y lo estás viviendo, así puede ser y siento que eso me ha pasado estando acá.

En Valparaíso era otro tipo de escritura, era más densa. Acá no, es más suelta, siento que el territorio de por sí hace que tus cosas cambien, algo te pasa adentro que va soltando cosas que en realidad no sabías que tenías también. Al final, es lo que tú decides y son las decisiones que tomas en tu vida. La decisión que, si tú quieres hacer algo lo haces, tienes todos estos parámetros, pero, sin embargo, haciendo que vayan fluyendo las cosas. Yo siento que ha estado acá en Los Andes, San Felipe, Aconcagua, más que nada siento que ha sido un fluir, un cauce que estaba super apretado a algo que ha sido más suave, ha sido más fluido, pero también siento que estoy haciendo lo que me gusta, eso es. Siento que estoy en un buen momento en mi vida.

Casa de Barro hace justicia a la escritura de mujeres con esta edición, convocada por Marcos López A.

Lorena Véliz es parte de la antología Imaginaria, vive en Rinconada de Guzmanes, al interior de Putaendo. Actualmente está trabajando en el mural de la memoria de los cincuenta años de la dictadura cívico militar en Chile en San Felipe. Es pintora, artista educadora y está preparándose para participar como invitada al Encuentro Internacional de Muralismo en México. Además, es fundadora del Baile Chino Aconcagua Salmón, práctica declarada patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco el año 2014. El encuentro con la escritura comenzó a los trece años, ha tenido la oportunidad de participar en certámenes obteniendo premios importantes que la han sorprendido mucho en este cauce con la escritura sobre una visión analítica de la causa medioambiental en la zona. Declarándose en defensa por estar habitando un territorio en conflicto, gravemente amenazado durante el último tiempo por el impacto de los recursos naturales y la instalación de actividades mineras.

Retrato cedido por la autora.

Lorena, cuéntanos sobre Imaginaria ¿de dónde viene tu escritura?

–Bueno, la mayor parte de esos poemas tienen una pintura. Es un proceso creativo que incluye la imagen o viene de la imagen, tiene que ver mucho con escribir esa alma que tiene el campo poético, muy inspirador. Muchos de los poemas tienen que ver con eso y de esta cosa media mística que tiene mi trabajo también. Bueno, yo cuando salí de la universidad estuve harto tiempo pegada con la pintura colonial, mi pintura era bien tenebrista. Ahora uso colores, pero antes era muy tenebrista. Y la pintura buscaba intensificar ese estado de conexión, contemplación, de escuchar y sentir como entes vivientes, la naturaleza y está muy inspirada en lo que era Aconcagua, San Felipe hace veinte años, porque ahora todas las casas antiguas, las casas tradicionales, las casas de barro que eran tan bonitas, las han derrumbado. Cuando yo era niña había muchos cerros y muchas cosas así que ya no quedan. Hay una nostalgia por un tiempo pasado, como en la memoria poética y eso es mi inspiración. No sé si es la única, pero tiene mucho del lugar y del espíritu de los lugares.

Explosiones y estallidos,

Iras y angustias,

Se superponen

En esta imagen cubista

Como paisaje de Picasso.

Delirios – lorena véliz

¿Cómo percibes la escritura desde el valle de Aconcagua? Si puedes compartir una reflexión a partir del texto y la escritura en la zona.

–Mira, la antología Imaginaria me gustó mucho que hubiese puras mujeres, porque también se da esta cosa de género acá en San Felipe. Por lo menos yo percibía como un grupo de los poetas varones, y no había un valor o una puesta en escena de la poesía femenina, de la escritura femenina. Aparte de Azucena Caballero, que falleció hace unos años, que fue el ícono de la lectura acá. Entonces me parece tremendamente potente encontrarnos. Marcos López ha hecho algunas gestiones, entonces eso es muy bonito porque revitaliza, activa, nos vuelve a vincular.

Yo creo que eso es, hay una crisis de vínculo, después de la pandemia todo quedó medio aislado, el estallido también polarizó las cosas, el contexto histórico, los cincuenta años del golpe de Estado que volvió a que nos dividiéramos. Tratamos de vincularnos y eso es súper bonito, es súper necesario. Y en ese sentido, creo que esta antología aporta mucho a eso y a ayudarnos también.

En el año 2022 se publica Imaginaria, antología poética de autoras del valle de Aconcagua por la Editorial Casa de Barro, a cargo de la edición y selección de Marcos López Aballay. En medio de la sequía, reverdecen nuevas letras, es este manifiesto de escritoras de la zona donde el corazón y las vísceras están expuestas con tinta en las manos de un armazón de mujeres cruzadas por generaciones mezcladas, unidas para resistir ante las alegrías, los dolores, tragedias e incertidumbres, es la vida de mujeres del valle de Aconcagua y sus alrededores que luchan contra la explotación, el miedo y el olvido.

(*) Los retratos de Priscilla Beas fueron tomados por Kika Francisca González.

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