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Crónicas

Dulce corazón y torta

Nuestra escritora decidió seguir las instrucciones de los dulceros de La Ligua, sintetizadas en una publicación ilustrada por Majo Puga.

Por Silvana González

Receta para doce unidades de empolvados:

Paso 1. Recordar: Estaban acuartelados en una cajita de vidrio con puertas deslizables. El vendedor se vestía con su cotona blanca, la misma del colegio, pero con una distinción mayor: el gorrito en forma símil a sus codiciados productos.  Mi mamá me compraba uno, un par de veces a la semana. A veces pasábamos por el lado y ella, apretando los pesos en su mano, los ignoraba cruzando hacia la micro. Otras veces se detenía y mi corazón explotaba. Podía elegir: las almejas eran mi desolación. Perdida en el cambucho de papel iba pesquisando hasta la última pelotita de color antes incrustada en el merengue. Los dedos recargados de azúcar le daban un último suspiro dulce al día.

Paso 2. Medir: Con esa misma economía de recursos escuché a través del teléfono: «¡Noo, mijita estay loca! ¡¿Cómo se te ocurre que van a ser treinta huevos?!» Mi mamá exclamó desde lo más profundo de su cálculo dotado por el odio al derroche; una experta en ahorrar al máximo. Eso se hace con unos tres huevos, más encima que están re-caros, remató. Pensé desalentada, que ni siquiera reduciendo esta receta a un tercio podría hacerla, porque igualmente me saldrían como mínimo unos ciento cincuenta pastelitos y tendría que usar más de diez huevos. Algo no me cuadra.

Nuestra redactora puso realmente manos a la obra siguiendo este Recetario ilustrado.

Paso 3: La receta: Aunque sea exagerada, necesitamos tener este recetario en nuestra casa. Debemos recordar siempre que aún podemos volver a conectarnos con una tradición que, aunque colona, ya está adaptada a nuestra historia y a nuestros viajes. Actualmente hay sólo veinte fábricas de pastelitos de La Ligua funcionando en el país. A lo mejor por eso el recetario invita a realizar la cantidad estimada de ciento cincuenta unidades. Incentivar inconscientemente el nacimiento de una pyme que reserve sus innovaciones a mantener una tradición. ¿Se podrá hacer un empolvado vegano? En lo personal no me interesa, pero googleando me aparecen los famosos chilenitos en su versión moderna. Para gustos los colores. El formato se seguirá manteniendo igual, como por ejemplo la forma redonda, que cabe en una mano y se acaba en tres bocados. De igual forma el nombre «chilenito» que se le adjudica a cualquier objeto, acción o situación que lo merezca.

Paso 4. Usar los dedos: pese a todos los artículos que se usen para evitarlo. La mezcla de los empolvados se pegotea en su textura aireada y las manos son la herramienta más ágil.  Elegí los empolvados del recetario y ajusté la medida gracias a una receta de internet. Con un 6% de los materiales del recetario logré doce unidades. Los dulces de La Ligua fueron declarados como Patrimonio Inmaterial el 21 de agosto del 2019 bajo la categoría de usos sociales, rituales y actos festivos. Cuando dispusimos los elementos sobre la mesa, grameadas la harina y el azúcar; contados los huevos, nos sentimos preparando una especie de rito del cual no teníamos más directrices que los materiales mirándose sin interactuar entre sí.

Paso 5. Enumerar: Cachito · Chilenito · Almeja · Príncipe · Palita · Cocada · Empanada de alcayota · Empanada blanca · Empolvado · Alfajores. Manjar, huevos, harina y azúcar. La simpleza de la vida se traduce en esos últimos cuatro elementos. Sean o no tóxicos o refinados. Aunque quedamos durísimos después de hacerlos y comernos cuatro cada uno, sigue siendo un momento orgánicamente simple y sano. Una típica cachetada de azúcar que data desde 1875, según dice nuestro recetario. Lo mejor es que a excepción de la empanada de alcayota, todos requieren de lo mismo. La imaginación es la que varía las posibilidades.

El resultado puede ser, cerrando los ojos, como parar a la orilla de una carretera camino a La Ligua.

Paso 6. Endulzar: Juan Villalobos Rojas, boxeador de peso mosca y vendedor, es uno de esos que regalan un «toquecito» de azúcar en el tren o en la carretera. Desde los nueve años, ha «endulzando el viaje de las familias y solitarios viajeros» ¿Qué es endulzar? «Hacer que algo penoso, duro o difícil resulte más agradable o soportable». Cuando la cotidianidad se empeña en hurtar las conversaciones, la once más silenciosa se ilumina por un momento gracias al vigor de ese azúcar. Son también esa estrella sumergida en la oscuridad de la carretera. Vendedores solitarios, separados a kilómetros el uno del otro, arriesgan sus vidas en esos canastos de mimbre, espolvoreados de hojarasca y azúcar. Es droga en tanto se ingiere uno e inmediatamente se necesita otro. También en tanto una sola porción mejora toda experiencia de tristeza anímica.

Paso 7. Fechar: El 11 de julio fue el día del pastel de La Ligua. Fueron tema de chiste los corpóreos que usaron las personas para personificar a los pastelitos. Había unos alfajores con chasquilla y unos empolvados de cartón adornados con papelitos blancos. Esa imagen extraña, inocencia que aún les queda a algunas geografías, queda patentada al igual que los pasteles. «Dulce corazón y torta», las pregoneras se transformaron en las palomitas blancas que por unas monedas ondeaban sus pañuelos limpios y gráciles. Dicen que han ido desapareciendo. Disminuye también la inocencia.

Paso 8. Envasar: Cuando ya no haya vendedores, ganará ese intento por uniformarlo como un producto de fábrica. Al envasarlos al vacío, la humedad del empolvado se pierde. El merengue de la almeja no se conserva solo, necesita químicos y aditivos al azúcar. Gracias a esos dulceros que aun quedan se impidió el paso arrasador hacia la empresa privada. Los pocos que permanecen mantienen la insistencia de poner físicamente en las calles este dulce como una huellita del viaje. La frescura del pastelito recién hecho, la once que compartimos tras las conversaciones lavando los potes manchados, no podría venir envuelto en un paquete de supermercado.

(*) Fotos de Kika Francisca González.

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