Premiada como Mejor Narrativa Gráfica por el MINCAP, Común y Silvestre: La luz al principio del túnel (Nihil Obstat y Gran Negro) denuncia la escasez hídrica en el contexto de la revuelta.
Por Iván Rivera
Según los acontecimientos propuestos por Común… para el verano de 2022, la crisis hídrica por la que atraviesa el territorio ya afectaría a la ciudad de Santiago que, entendemos, sería la última en ser privada de los derechos básicos dentro de las lógicas del poder centralizado. Pese a que dentro de la novela, el escenario que vive Providencia se muestra como distopía o netamente como ficción, no deja de ser real si lo comparamos con la situación a la que están sometidos desde hace años localidades cercanas como Petorca o Laguna Verde; pueblos que por mucho tiempo cayeron en el relato de «estar perdidos en el tiempo» dada su imagen rural o pretérita, pero que hoy encarnan el futuro distópico del cual nadie quiere formar parte.
Común y Silvestre: La luz al principio del túnel es el primer episodio de una novela gráfica escridibujada por Raimundo Günen y Pablo Delcielo, editada por el colectivo Nihil Obstat y Gran Negro ediciones y lanzada a la venta por redes sociales en enero de 2021.
«Este primer episodio de nuestra novela de ciencia (social) ficción, Una luz al principio del túnel, busca hacernos partícipes de un viaje sociodélico por los subterráneos de la capital. Cuando el progreso abandona sus túneles, estos son ocupados como lugares para la descolonización del subconsciente.»
Uno de los gestos al que atribuyo una especial importancia dentro de la novela es entender el territorio no como un espacio determinado, sino como una multiplicidad de temporalidades ocurriendo en simultáneo dentro de un entendimiento común. El territorio es un relieve geográfico, pero también emocional y afectivo; las montañas tienen umbra y penumbra, el suelo tiene conciencia e inconciencia.
Providencia, tal como la conocemos –con sus calles, personas y edificios–, está siendo afectada por una «sed vital de profundidad desconocida». Una de las mayores crisis hídricas hasta hoy experimentadas muestra a la ciudad gris e incolora, con personas sedientas que hacen largas filas para obtener cinco litros de agua. Esta es la visión general que se tiene de la crisis, el panorama social, la herida de la normalidad impuesta. Sin embargo, en el subterráneo de Santiago, en las ruinas de lo que fueron las antiguas estaciones de metro, existe una comunidad compuesta por mujeres, animales y espíritus que resisten ante el sentimiento apocalíptico de la Providencia terrenal.
«¿Qué hace un grupo de mujeres reunidas por su voluntad, y a la vez fortuitamente, en túneles bajo tierra? Se nos han entregado dones y pensamos que debemos gozarlos. Se nos exige pensar, pensamos amar.»
Este escenario subterráneo, que en el libro desciende varios niveles hasta llegar a la alucinación hipnohistórica (encuentro de la protagonista con Pedro de Valdivia y la bruja Inés de Suárez), vendría a equivaler al inconsciente del territorio: donde está su pasado, donde se almacena su memoria, donde yacen sus muertxs.
El futuro que propone la novela es el presente de nuestro tiempo –año 2022– que se representa dentro del libro como la distopía santiaguina. Las coincidencias sorprenden al saber que Günen y Pablo Delcielo llevaban meses boceteando estas historias antes de que Chile estallara. Sin embargo, Günen, en las «palabras a les lectores» dispuestas al final de la novela, aclara: «Las páginas de Común y Silvestre (…) difícilmente podrían considerarse dentro del género de anticipación. Pero no se trata tanto de anticiparse como de estar presentes.» Las imágenes que nos entrega la novela son un escenario análogo al estado de excepción y a los montajes policiales que aún mantienen bajo condena a lxs presxs de la revuelta. A esto se le suma el posible racionamiento que podría sufrir la ciudad de Santiago a partir de este año, asunto que también se anticipa desde 2013 con la aparición del proyecto Alto Maipo, que intervendría los cursos de agua que abastecen al sector oriente del valle del Mapocho.
Dentro de las historias sobre el fin que abundan en este siglo, es importante leer este tipo de relatos como una ruptura de las temporalidades impuestas por el capitalismo. El mismo Antropoceno es un claro ejemplo de ellas: la idea del fin asociado al exterminio de la tierra no es más que la visión de un callejón sin salida para la industria del desarrollo de Occidente. Común y Silvestre, como un relato situado entre el valle de Maipo y la cordillera de la Costa, es consciente de que la crisis de nuestro siglo es impuesta y que, por lo mismo, no se puede asimilar del todo. Es por eso que desde el (sub)terráneo (sub)consciente del territorio emergen grietas que nos conducen hacia una historia no lineal, en donde la pérdida de la noción gregoriana del tiempo nos facilita la comunicación con las heridas comunes, con las tumbas y los entierros que podemos curar por medio del salto al vacío, por medio de la pérdida de los contornos del yo.
Común y Silvestre: La luz al principio del túnel
Günen y Delcielo
Nihil Obstat / Gran Negro
82 páginas
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