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Perfiles

Construcciones

La segunda parte del perfil de la poeta Axa Lillo.

Por Fernanda Meza

Crece en Valparaíso en el hostal de su madre, lugar de tránsito para otros siendo el hogar de la primera infancia y parte de la adolescencia. A cada momento de aburrimiento o algunos encargos en el afuera la estimulan a arrancar. La mente inquieta busca la imagen y es en el cine que encuentra el refugio de fantasías. Destino claro y único el de sus andanzas, la sala y el rotativo propio de los años 60’/70. Clásicos ahora estrenos de antes. La luz de la pantalla se refleja en sus redondos rasgos. Quizás Psicosis o los 101 dálmatas quebraron la inocencia. Películas recorriendo los días y llenando el tiempo, La infancia de Iván o Lolita, dañándose, abriendo espectros inimaginados. La diversidad de historias en rotativo enfatizan sus dimensiones.

Dicen que un día Axa sale sin rumbo, huyendo de la cotidianidad en búsqueda del espacio personal y el disfrute de la ficción, llega a algún cine de la ciudad. Cobijada en un edificio ubicado entre plaza Victoria y Plaza O’higgins ¿Será el Olimpo o alguno de esos cines en red entre cerros Yungay, Cordillera o Playa Ancha? Al finalizar la función la pantalla se mantiene encendida y como un flash aparece una nota de la madre tatuada en el telón desde la sala del proyeccionista “Axa ándate pa la casa” frase que sus amistades coincidían en reiterar como broma sistemática ante cualquier comentario fuera de lugar. Ahí adentrada en el asiento, siente los brazos de madera rozando la vergüenza. El movimiento intrínseco del amueblado la incitan a asumir su aventura y escabullirse por el lugar serpenteando de vuelta a la realidad. ¿Cuándo logramos procesar las imágenes? ¿La noche de los muertos vivientes la acechará mientras duerme? ¿Odisea del espacio o Yojimbo? ¿Federico Fellini o Vittorio de Sica? ¿Los olvidados resonará en sus recuerdos? ¿Habrá sentido el ruido de los parlantes ensordeciendo sus oídos? La transición del espectáculo de la sala al living ¿Qué se sentirá ver la paulatina muerte del ritual que más amas?

A modo de postal, radiografía plasmada desde el afecto aparece descrita en Álbum de Flora y Fauna de Marcelo Novoa: “menuda mujer de palabra […] sostiene con firmeza una mirada sobre seres y paisajes muchas veces invisibles”. Sus visiones atraviesan los ojos y el nombre de su primer libro alude a pozas de agua extendidas por las montañas cercanas a Quebrada de Alvarado. Ojos buenos lugar que disfrutaba visitar junto a las amigas y amigos. Paseos propios de los círculos de amistades cuando alguno vive afuera de la ciudad. Lograr compartir el territorio amado. Picoteo y cervezas frente al agua, tejiendo infinitas bufandas. Enlaza punto por punto mientras conversa enérgica, lo que ronda en la cabeza, las bromas disfrutadas al confraternizar, el amor y el afuera. Retozan conjuntos al sol: la vegetación baja, el suelo lleno de malezas. Las ramas rozan los cascos en entregada sombra, la humedad extrae el sudor de los poros, pacto sincrético con el lugar. Los guitarrones hablan de la muerte y de la vida, del tiempo: su paso y la permanencia. 

Actualmente los monocultivos se llevan el agua de cada río siendo este un oasis extinto como muchos otros lugares arrasados por el progreso.Las visiones naturales la ponen en la observación como geografía. Endémica la visión de la flora y la fauna. Rescatar lo que sólo ahí se dibuja, el cuadro pintado en su mente, en su imaginario. El compromiso absoluto del habitar.

En la lista de expulsados de la Universidad de Chile sede Valparaíso aparece su nombre en un interminable listado de estudiantes mayoritariamente de humanidades. Bajando Axa Yuvitza destaca, suena a Grecia, a mitología, alguna Moira o Pitonisa. La palabra como arma la sostiene en las ideas. Hacer lo que se cree correcto, la finalidad reafirmada en la libertad. La juventud en dictadura no daba espacio a la tibieza. Activa en la facultad de Historia, no estuvo ligada a ningún partido, pero si a acciones universitarias contra la dictadura lo que resulta en la expulsión masiva de jóvenes comprometidos. La acción como refugio y entereza, su nombre engrosa listas de persecución política al ímpetu de la inconformidad propia de la exploración y la inquietud. Indagaciones diversas la alejan de estas formas, la democracia aun creyendo en la alegría. Se adentra en los juzgados, mujer de confianza del juez, incluso oficia de él. El sentido de justicia extrapolado al aparato burocrático. Ángel corrector, castiga por el poder que le confiere la ley. Ternura en su afán de justicia. ¿Pensamos antes de actuar? ¿Quiénes somos para decidir que es correcto?

Poeta a medio tiempo, en construcción de imágenes deambula entre lo textual y lo simbólico. Deja a un lado el adorno y el preciosismo enfocando la meta en la creación. Encuadrar lo visto a modo del poema. Visita el juego entre lo real y lo imaginativo, lúdica en la construcción, afinar la imagen, sintetizar. Da las gracias a Altazor por entregarle un paracaídas, el descenso produce adrenalina. El interior reflexiona del exterior. Cual loco traza el camino hacia el vacío, descomponiendo las barreras del lenguaje: penetrar, observar y deformar.

Creacionista le canta a los valles. Su horizonte cuadrado la comuna de Limache extendida en verde, las alamedas. Abrió el paracaídas entonando algunos versos. Axa lanza “me prendo en los techos oxidados/ Hasta ser una más en la gotera”. Huidobro le contesta “No puede ser. Cambiemos nuestra suerte/ Quememos nuestra carne en los ojos del alba/ Bebamos la tímida lucidez de la muerte”. Rebotando versos contesta “Estoy armando un puzzle en solitario/ manía inevitable de desnudarme por las noches”. En diálogo fantasma con el autor muerto rememora los versos de este “Por eso hay que cuidar el ojo precioso regalo del cerebro/ El ojo anclado al medio de los mundos”.

Y ella se ancla al precioso regalo de la contemplación, al ruido de las aves y el viento enlazados en atardecer del campo. El olor de las huertas y el crecimiento de las semillas. Se abren de a poco, pacientes golpe a golpe el brote atraviesa la tierra eyectado hacia el sol, mostrando orgullosas sus desnudos tallos bullentes de brotes, pequeñas hojas asomándose. El alimento en proverbio advierte de lo que entra y lo que sale, el cuerpo en recipiente del alma. Pulcra dibuja las letras, las lecturas y la música en español y dialectos latinoamericanos transmutando en resonante mezcla. La naturaleza voraz dibujada en montañas. Vistiendo la colección de sombreritos de paja, fieles compañeros de cada jornada en donde se colaban a la sinfónica de grillos camuflados entre la hierba. Forman hermosos coros, armonías ¿Nos estarán hablando a nosotras? La humedad sostiene el brillo saturado de la primavera, el amarillo se enciende a pleno verano aferrándose a las pocas fluentes que aún resisten al extractivismo. Como su cuerpo, como su obra destinada a flotar entre un montón de pistas dispersas en crónicas y recuerdos ambiciosos o melancólicos de sus coetáneos más firmes en la trascendencia. Como si su vida fuese una película observada décadas atrás en donde la pasión es controlada por la estructura y el dolor crece dentro, en silencio ¿Alguna película contará su historia? Las marcas arrastradas, lo que queremos mantener intacto, las partes abrazadas de sí misma cuando se abraza niña y lloran juntas o ríen. Cada raíz echada en cada pueblo habitado.

*Ilustración de Vladimir Morgado

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