Una de las más reconocidas voces de poesía feminista en la región encontró su vocación de vida después de perder (casi) todo. Hoy nos habla de ese tránsito que terminó en el hallazgo de un refugio custodiado por versos, ahora experimentales, pero siempre con dejos de denuncia.
Por Tabata Yáñez
La escritura de Rosa Emilia del Pilar Alcayaga Toro (periodista de profesión, poeta por vocación) está en otra línea. No se había atrevido de esa manera tan rupturista, confiesa, pero ahora mezcla todo. Es para’ en la hilacha, la mayoría de sus poemarios son clara muestra de ello, como Electroshock (Triángulo) y La primera gota de sangre (Ginecosofía). “La realidad está pero nosotros nos representamos”, me enseña.
Es de Talcahuano, a los 16 años emigró con su familia al norte, un año después aterrizó en Santiago, ahí conoció todo, incluso su militancia. Pero vivió diez años en Ecuador desde que comenzó el golpe, allí estudió Periodismo. “Me devolví el 88 a Santiago, no encontré empleo acá, estaba la cosa difícil, no me conocían o si me conocían creían que seguía siendo militante comunista. De ahí tuve que ir a Temuco, en el diario Austral, me ofrecieron un contrato en Valdivia y yo les dije que me moría porque tanta lluvia y frío, lloraba en Temuco, imagínate”, cuenta al comenzar nuestra entrevista.
El 2005 llega a Valparaíso, se viene porque en realidad había estado itinerando en varios trabajos, en el último sabía que no duraría más. Un aviso en el diario le informa que necesitan una profesora en radio, ya han pasado varios años y la verdad es que ya se está sintiendo media rara porque ha estado mucho tiempo.
Eso mismo te iba a preguntar, ¿te ves habitando Valparaíso para siempre?
Te confieso que no lo sé, tú sabes que el 95 intenté volver a Ecuador. Es una cosa loca, parece que me quedé así, ¿será porque mi papá me tuvo tan encerrada siempre que yo intento irme? Me gusta estar así por todos lados. Cuando fui a Ecuador ya lo miré con ojos distintos, me di cuenta que ya no me hallaba allá, tampoco acá. Una empieza a moverse con mayor razón. He viajado mucho, mientras trabajé de periodista. Ahora con la poesía también he viajado y con este contexto de forma online, estando en la universidad también porque iba a presentar ponencias, aprovechaba de conectarme con los poetas.
Hasta ahora me cuentas tu vida de periodista, pero ¿cómo fue ese tránsito desde el periodismo a la poesía?
Soy súper obsesiva, cuando estoy en algo es solo para ello. El periodismo es muy absorbente, trabajaba mucho, debo decir que eso me quitó horas con mi hija. Perdí el periodismo, el trabajo constante, lo mío era el reporteo puro en la calle. Me quedé sin nada, me produjo una depresión profunda. De repente se cortó el teléfono en la casa, no podía pagar el arriendo. Y a principios del 99 un amigo psiquiatra me atiende dos años toda la semana sin cobrarme un peso, él me dice ¿por qué no escribes y vuelves a tu centro? Fue maravilloso porque encontré un taller gratuito con Gonzalo Millán. Ahí empieza mi quehacer poético en forma sistemática todos los días, hasta hoy. Me fascinó, leía mucha poesía pero pensaba que no era capaz, quedas muy golpeada con el hecho de no encontrar trabajo. Varias veces me preguntan por qué no me cambio pero me dan miedo los “no” y cuando pasa el tiempo, avanzas en edad, los “no” son más fuertes, repetidos. Qué ridículo que siempre fui tan tiradora para adelante y ahora tengo eso.
No fue una cosa entonces de transitar a la poesía por decepción del ejercicio profesional, fue porque te cerraron las puertas.
Por vocación de vida, ¿sabes lo que fue? Te voy a contar una anécdota, yo escribí mi primer libro -que lo alcanzó a ver Gonzalo- de relatos, tenía muy claro que debía hacerlo con agradecimiento, se lo fui a dejar personalmente. Sabes, Tabata, con ese libro pude salir a la calle y dije: “esta soy yo”. Fue un ejercicio de liberación, no me separé nunca más, si no estoy escribiendo textos míos, hago prólogos, reviso, leo. Me siento feliz, es mi refugio, por eso te digo que la poesía para mí es vocación de vida, volví a vivir y creo que es hermoso, al mismo tiempo me sentí bien, me hace seguir. Ese es mi paso a la literatura, ahora de lectora he sido siempre. Mi mamá me leía a Rubén Darío, Alfonsina Storni hasta que yo le leía Pablo Neruda, me decía que eso no era poesía porque tenía otra idea. Me crié con la poesía, la tenía en el oído. Repetía verso a verso hasta quedarme dormida.
Eres considerada una de las mayores voces de la poesía feminista de la región, ¿por qué llevar tu activismo a los versos si muchos creen que no debería ser así?
Lo sé y esa es mi pelea. Hice la tesis de magister con Stella Díaz Varín, una poeta metafísica, surrealista, que busca lo absoluto. Pero admiro ese primer manifiesto que hace Nicanor Parra donde señala en el 50 que los poetas deben bajar del Olimpo. La poesía metafísica es una poesía del Olimpo. Peleaban contra la razón, ¿cómo? Haciéndose parte de una forma de expresarnos relacionada con el ocultismo. Usaron ese lenguaje para que la vereda del frente no los entendieran. Uso de muchos recursos retóricos con una manera de crear cierto extrañamiento. Las personas comunes y corrientes muchas veces les cuesta entender, se generan palabras que no tienen contenido, perdieron su conexión con la realidad, con la gente. Los poetas tienen que bajar a la calle, hablar su lenguaje porque la poesía se desconectó. No somos metafísicos, somos materialistas en el buen sentido. La poesía feminista nace del cuerpo, no nace de ideas, sino que está escrita con palabras que reflejan un cuerpo tatuado de roles impuestos. Este cuerpo material se quiere expresar de una manera que quienes dictan el canon encuentren que no es así. Aquello del arte por el arte ya es una cuestión obsoleta.
¿Qué te entrega la poesía para hacer denuncia que un reportaje no, por ejemplo?
Lo hace más sencillo, cercano, ¿quién va a leer un reportaje, po’ oye? El vehículo de la poesía hace más factible que llegue, además la poesía es emoción, el reportaje te aleja un poco más de la emoción aunque también la tiene. Entonces tiene que saber llegar y ese vehículo a mí me parece interesante, muy aportador. Esto de creer en la trascendencia es metafísica, nosotros somos aquí, ahora. Algo nuevo que te va a doler mucho más, es un poema inédito titulado “Te gané mamá”. Sentirlo, eso creo entrega más que un reportaje, ahí está.
Tu último libro habla sobre el estallido social y la pandemia, temas socialmente contingentes, ¿cómo fue ese proceso de escritura? Porque escribes sobre la marcha, mientras vives esos acontecimientos y no te das un tiempo para ser la intérprete del contexto.
Me costó al principio, no hallaba qué decir, mi primer trabajo -que fue experimental como dice la Fanny Campos- fue hacer una especie de poema con todos los carteles pegados en la plaza Echaurren. Los primeros días de las manifestaciones del estallido social, una amiga invitó a las personas a colocar todo lo que sentían, pasó unas hojas, escribían y algunes pedían que nosotras escribiéramos. Yo recogí todos esos carteles porque no se me ocurría nada, era tan fuerte el impacto. Luego me invitaron a un evento de poesía/protesta que a nadie le gustó, obvio, donde escribí 400 Ojos, ahora lo saqué en podcast. Yo hago mi poema primero, después le inserto efectos, sonidos, si tenemos que romper los géneros. Pongo gritos de las marchas, las voces que salieron en los periódicos, después de leer Dolerse de la Cristina Rivera Garza me importa un carajo lo que digan. Rescaté varias informaciones, mezclé, es bien informativo en realidad, puse a Las Tesis.
Juegas con lo multimedial o multiformato.
Claro. Entonces, inserto el himno de Las Tesis, la voz de Piñera cuando dice “estamos en guerra”. Creo que eso la gente lo va a escuchar, quedará ahí como testimonio. Le decía a eldesconcierto.cl que no lo sacaba ahora porque había tenido una reflexión con mis estudiantes: en una sociedad de mercado donde lo único que interesa es lo económico, le damos más valor a las cosas y todo el mundo queda sorprendido con la caída de la iglesia que incendiaron en Providencia. Eso es más impactante, o sea, un semáforo vale más para la gente que un ojo y es violencia el semáforo quemado o botado que el ojo que pierde un joven por acción de los Carabineros. Entonces, ¿cómo lo digo? Como es pues, aquí no existen palabras poéticas o no poéticas, esa división de la poesía moderna. Es difícil, te han enseñado que lo poético son determinadas palabras y Parra incorporó nuevas palabras, yo también lo hago y me importa un carajo lo que piensen, si no les gusta qué problema hay. No me interesa que quede para el Olimpo, la posteridad, es aquí y ahora, estamos en algo importante. Le di una vuelta al poema, ahora se llama Es como respirar vidrio molido:
A un enemigo poderoso
No quiero oír los cómputos
Y me asusta
Y tengo miedo
Y siento angustia
Apago la radio y cierro las ventanas y cierro las puertas y cierro las hendijas
El cómputo penetra como el viento del sur en nuestras casas y anoche
Señor ministro déjeme decirle… anoche soñé que morían miles
Y los llevaban al horno crematorio
Ella no alcanzó a despedirse
Es como respirar vidrio molido… en mis oídos como un taladro
Y fueron los ricos comentan a la salida de la parroquia en Isla Negra
Sibilantes murmuran… ellos trajeron la peste… ellos pasean por Europa
La rabia va acumulándose como un alarido de pólvora
Circula entre matorrales
La muerte va encavando tumbas y usted compra bolsas negras
En el cuerpo los gritos
Y los carteles
Y los rayados
Y las marchas del estallido social
Al descubierto con la pandemia
Anticiparon a este Chile desnudo sin zapatos ni salud pública
Y la gente pierde sus trabajos y hablan de recortes de sueldo
Hijo debes salir a trabajar… no podemos pagar los estudios
María estudia en la universidad y hoy fabrica mascarillas
Y los viejos… ahhhhhhh… los viejos son un estorbo
El talón de Aquiles del capitalismo
Y el diablo metió su cola
Es como respirar vidrio molido (Extracto)
¿Qué es más violento, que maten, torturen, violen los pacos o que se saquen una estatua por el símbolo que tiene? Van a salir tarde o temprano.
¿En qué estás ahora, qué actividades o proyectos se vienen?
Participé en un festival de poesía recién en Colombia de Neiva, estuve con varios poetas de allí y al mismo tiempo de Bolivia, Argentina, fui la única de Chile. Estoy en un encuentro en Brasil, mandé poemas de 400 ojos, a todo el mundo afuera le ha gustado y envié otros para que digan que yo escribo en lenguaje poético, también fui abstracta total de la muerte, era una cosa terrible que no se podía ni publicar. Voy a participar en diciembre en Mendoza justamente en el Encuentro de Poesía de Cultura Contrahegemónica. Ahora en noviembre estoy invitada a un encuentro de mujeres feministas en Colombia, un encuentro. Y bueno ya ni me acuerdo, estoy invitada a una cosa, es que son mis amigas las que me proponen.
*Retratos de Kika Francisca González
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