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Reseñas

Poesía para abstraerse de la realidad, reseña a Necesito ira, de Ernesto Azzar

Por Silvana González

Es interesante ver cómo tras el histórico 18 de octubre, se han ido desplegando intentos de escritos respecto a la contingencia, de manera formal o informal. Ya sea en poesía, narrativa o simplemente en diversas plataformas virtuales, se vio la necesidad de generar una propia versión de los hechos, la mayoría mediada por una ansiedad que varias veces traspasó los límites del respeto. Una situación que recién tras meses estamos digiriendo mejor, obligados incluso por la nueva posición en la que estamos, que saca a relucir nítidamente las problemáticas. La primera impresión ante Necesito ira de Ernesto Azzar, es de pertenencia al grupo de escritos impacientes. La portada sumada al título, dan a entender que será un compilado de poemas alusivo a los enfrentamientos en las calles y a la represión. Cuando se habla de lo previo al estallido social es difícil hacerlo sin orientarlo a dar explicaciones del presente. Lo cual no sucede en el caso de estos poemas, que van matizando impresiones de algo que parece fluctuar en tiempos lejanos, sin pertenecer necesariamente a la actualidad.  

Cuando se presenta un campo tan reducido (doce poemas) se hacen mucho más visibles las aristas que no encajan. Ernesto Azzar ha demostrado en ocasiones anteriores una tendencia a dulcificar su escritura, a veces logrando escenas enternecedoras, en otras produciendo el efecto contrario, importunando al sentido central. Recaen en esto algunos versos y en especial un par de poemas, como es el caso de “Fuego”y El cerdito”. En ambos se sale totalmente del eje armado y puede tomarse como un paréntesis desafortunado al ser consiguientes. Sin embargo, en varios momentos sí se logra modular una atmósfera, la gestación de un sentir que se muestra previo a la eclosión.   

Se presenta una ciudad mutante, de calles inestables. Los seres de este conjunto caminan esparciéndose y avanzan como espectros, sujetándose apenas en sí mismos a lo largo de los versos: “Con mi voluntad que cuelga/ con mi piel que pende de un hilo inevitable”. Convulsionadas imágenes dan a entender una realidad en donde los seres resignados se dejan consumir por esta, “los cadáveres caen/ gastados al viento”; “los cadáveres caen/ como colillas llegan al piso”. En ciertos momentos se eligen las palabras de una manera en que evaden sus propios significados. Indicando por medio de repeticiones y asociaciones se llega a mencionar delicadamente aspectos como la vejez, la injusticia. Se habla además del concepto de basura, como si todos estos seres fuesen un residuo.  

Los poemas rozan en ocasiones una agradable separación del contexto, llegando a hacer relación sin ser forzado, a la vez, molestan las caídas en lugares comunes, pudiendo más de algún poema haberse abstraído de tal forma que resultara interesante tratar de desenmarañarlo. El pesimismo en esta ciudad, la decadencia y el hastío están muy presentes, logrando una empatía sobre todo en “Autosabotaje. 

Hay dos instancias en que se nombra un personaje que encarna lo que acecha la ciudad, el mal que un poco burdo se adjudica lo que sostienen apenas los cadáveres. En “Saluda” se pueden hacer varias interpretaciones. Se aborda por un lado el personaje como quien se oculta en la sombra. La inercia ejemplificada como la comodidad del cotidiano, que termina quedándose guarecida por la figura del perro. El perro es quien obedece, resguarda, mientras “ya no tienes miedo/ estás en tu cama/ un agujero irascible”. El perro puede ser la policía, el resguardo, o uno mismo, en la inercia. Tal vez esto último incomoda al momento de identificar los escritos, encontrarse dentro de una postura u otra. 

Necesito ira presenta al menos un intento de abstraer el proceso que hemos vivido, un registro breve y redimible entre muchos escritos del 18 de octubre. 

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