Por Diego Armijo
I. Nació en Concepción.
Recuerda, en un proceso de memorias derrumbadas, el terremoto —los terremotos en los días 21 y 22 de mayo— de 1960. En un cuarto piso —imaginar toda vibración en la estructura— de la calle Pelantaro —toqui mapuche—, miró cómo caían las casas enfrente. Casas derrumbadas en la portada de La nueva novela, vista, en la bodega, cajas acumuladas con el objeto ya listo, de la casa de Juan Luis Martínez, recuerda.
Recuerdo a mi padre jugando básquetbol en un gimnasio en Penco, creo.
Recuerdo a mi madre llevándome a la playa, quizás Playa Blanca, Chivilingo, Laraquete o el mismo Penco.
Recuerdo el ritual del saco de cholgas que se comían con sus amigos.
Recuerda que alguna vez cantó en una boite.
II. La provincia (2001). Leída como una continuación de cierta tradición humorística, combativa y esperpéntica en la literatura chilena. Discutiendo aquella reacción figurándola en una “tradición” en una país que no la posee. Son fugaces luces de vez en cuando. Y esa vez, esta novela. Aquí está presente un narrador moralizador, cercano al delirio moral de Eduardo Bonvallet, donde persiste una épica del desamparo, denunciando el neoliberalismo chileno. En estilo hay una voluntad de que no pareciera una novela tradicional, novela chilena bien pensante como diría Mellado. “En mi trabajo siempre uso como colchón una especie de retórica dispendiosa, conceptual, un soporte teórico que cita a las ciencias sociales, pero en forma chapucera, y que es un juego pero también es un gesto contra el mercado cultural-chileno, en el sentido de que muchos de los novelistas chilenos actuales tratan de parecerse a los grandes de la literatura” //Contreras, Fontaine// tirar bencina y el fósforo seguido.
III. Aquel proceso de prenderle fuego a todo su entorno, un Hernán Cortéz chilensis a escala municipal, sin dejar sobrevivientes, desde las olorosas cenizas le ha traído respuestas. Tal es así la “polémica” con la asociación Vicente Huidobro de San Antonio, a la que llamó “institución parásita que sobrevive de lo que hacen otras”. Carta al diario, malas caras. ¿Hay que aclarar que era una asociación de poetas?
Poetas: Empresarios frustrados, promotores de protocolos.
—Ellos me odian (los poetas) y me desprecian, porque me encuentran bonito y exitoso, hueá queno soy. Yo soy feo y fracasado —masticó como respuesta a otros poetas, ya de Valparaíso, alguna vez.
Aunque el caso más jugoso, carne de asado, es el que rodeó a la novela La provincia. Se escribía en y sobre el territorio de San Antonio. Carta al diario, malas caras. Una de ellas fue “Lector alega contra novela de Marcelo Mellado”:
“Sé que la literatura es ficción, pero… el asunto es que aquí (La provincia) habla de San Antonio, de lugares conocidos, identificable y, lo peor, con sospechas de que ciertos personajes se pueden identificar, aunque estén caricaturizados al extremo”.
Alegaba por la dignidad de los de allí. Le molestaba el sarcasmo, la injustica de poder alegar, aunque, claro, alega en el medio local.
De todas maneras fue la reacción menos fascista. Otro mandó a hacer una quema pública de la novela.
—El problema es que yo no tengo lectores, tengo vecinos.
IV. Desde Concepción habría de migrar, por estudios, a su primer encuentro con Valparaíso. Contexto, dictadura, súper violento y fascista para crecer. Aunque Mellado deja de lado todo lloriqueo, no es un hijo literario, pero le queda claro que Chile es un país domesticadamente facho.
Chiloé fue su siguiente traslado, algo de aquella experiencia donde trabajó lechando vacas y apotrerando para alimentar ovinos y vacunos, está contenida el República maderera(2012), libro de cuentos que contiene al homónimo, escrito en la lengua de Coloane y de una tradición literaria a la que le tiró agua hirviendo a sus raíces la generación del 50. //El maricón de Lafourcade//
San Antonio entonces, donde trabajó como profesor de castellano. Profesora corregiría. Generó actividades culturales gratuitas, más o menos, en la línea de su vocación de dama de rojo, de tonto útil del PC. Allí hizo clases a presos, hasta que uno de ellos lo asaltó. De allí, quizá, su consideración de que ser profesor es la humillación más grande.
Quizá lo salve su proyecto literario, ya que a San Antonio se fue calculando su posicionamiento como “el escritor del puerto de San Antonio”. Haciendo una puesta en valor de la fetidez del puerto, su fealdad y pobreza. Ubicado en la nada, fuera del área metropolitana. Pues hay una fobia a la ciudad. Le sudan las manos, se intranquiliza, la da pánico, no ve la hora en la cual irse.
V. Ya hace un tiempo en Valparaíso. Desde aquí revolviendo papeles desde los cuales sale, por ejemplo, La batalla de Placilla (2013).
En un primer encuentro con la ciudad el computador con el borrador de la novela le fue hurtado, aún así persistió su búsqueda por subrayar el territorio Valpo. Aunque, ya desilusionado igual, de su estrategia de territorializar su escritura, lo lleva a pensar en un error táctico. Pero ya está en el negocio, aunque aburrido.
VI. Otros libros suyos: El huidor (1992), Informe Tapia (2004), Ciudadanos de baja intensidad (2007), La hediondez (2011), Monroe (2017), el niño alcalde (2019), novelas. El objetor (1996), Armas arrojadizas (2009), Humillaciones (2014), Madariaga y otros (2018), cuentos. La ordinariez (2014), ensayo.
VII. Ficción:
No sabe si son ojeras o maquillaje por el humo de cigarros encendidos en la escalera de La Fama, bajo su casa. Las noches de carrete lo tiene atento al Whatsapp vecinal. Sus vecinos son viejos miedosos y por la escalera pasa puro joven con pinta delincuencial, para ellos. Fuman, toman, mean y prenden parlantes con su música. Mellado no duerme. Desconfiado está por el robo a su casa de hace unos meses. Pero ya no tiene cosas para el robo. Mira su celular, las interacciones, por la ventana las casas del otro cerro. Ya de amanecida llega una imagen al grupo. Un hombre, en una escalera anexa, come una pata de vaca cruda, sin mirada clara, con, se entiende, mucha hambre. Marcelo, que alguna vez organizó políticamente la ciudad, y feliz estuvo con la elección del Niño Alcalde, al ver la foto sopesa su existencia y se dice que nada puede él escribir que describa lo horrible de la provincia, que nada él puede hacer para cambiar muchas cosas.
Ilustración de Vladimir Morgado