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Reportajes

Vuelos ensayísticos en la región

Han salido los resultados de los Premios Literarios y la sorpresa ha sido doble. No solo han alojado en la región dos reconocimientos en ensayo e investigación, sino que más específico aún: el aterrizaje ha coincidido en el piso seis del Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la PUCV.

Por Miyodzi Watanabe

Las coincidencias siguen: Sergio Guerra (34) e Ignacio Quezada (28) fueron compañeros de generación en el programa del Magister en Estudios Literarios y Culturales Latinoamericanos (MELCLA), y al mismo tiempo sus galardones en los Premios Literarios fueron dados por las investigaciones realizadas en el marco de sus tesis de magíster. Sergio, obtuvo la mención honrosa en el premio de Investigación y Humanidades, categoría obras inéditas, con su ensayo La (re)vuelta del carnaval chileno; Ignacio, por su parte, ganó en mejores obras literarias inéditas, en la categoría Ensayo, con Ficciones subterráneas. Ensayos sobre el laberinto.

Que en un contexto académico de tal índole, donde sabemos que a veces prima la extrema higiene escritural y la especificidad temática, surjan obras donde el ojo y la pluma esté puesto en lo ensayístico, en lo experiencial nos permite el gesto de exhalación, un envión de ánimo, para quienes insistimos en buscar posicionar otras formas de apertura.

La (re)vuelta del carnaval chileno

En estos días, Guerra difunde Tracción a sangre.

Sergio ha publicado ya libros de narrativa, poesía y ensayado sobre el tema del carnaval y la revuelta en otras plataformas culturales. Le escucho hablar y escucho también el enfrentamiento, el estallido social, los movimientos estudiantiles. Hay en él una estética que tiene los pies en la calle, se vuelve evidente. Me cuenta de su investigación previa, en el pregrado, cómo encontró en la investigación una forma de sostener las discusiones en torno a la revuelta, no soltar, en esa época, el movimiento estudiantil.

Traigo a colación un recuerdo de Guillermo Riedemann de cuando en dictadura con Manuel Silva Acevedo participaban poéticamente de la protesta: «si todo el mundo protesta, por qué no va a protestar la poesía», y apunto: en este caso, el ensayo.

¿Cómo se vincula para ti la investigación académica con la pluma ensayística?

Totalmente de acuerdo con lo que dice Riedemann: si todo el mundo protesta por qué no va a protestar la poesía, en este caso por qué no va a protestar un ensayo académico. Bueno, este ensayo afortunadamente no fue un ensayo académico sino un ensayo literario, ya que esa fue una de las grandes cuestiones que me hizo entrar al MELCLA: permitía entregar un ensayo como tesis final. Entonces, para mí es por qué si la poesía se vincula con la protesta no se va a vincular el ensayo con la protesta.

La poesía y el ensayo están estrechamente vinculados porque son formas digamos más menos periféricas de lo literario actualmente, donde se privilegia en cuanto al desarrollo de los pensamientos una claridad esquemática y racional pura que no permite más de una hipótesis por texto: la forma paper. Busca agotar lo que se ha dicho de tal cuestión para proponer un grano de arena en medio del desierto.

Cuéntanos del texto en sí.

El ensayo sería reivindicar una forma intuitiva de pensar, de pensar por acumulación de ideas, y puede tener múltiples hipótesis, que es lo que hace este texto. Pensar que, justamente, el neo-carnaval de la revuelta constituye el lenguaje de la revuelta propiamente tal, lo cual implicaría pensarlo como un gran entramado de lenguaje. En este caso yo pienso que por supuesto que se puede vincular el arte, es un deber del arte hacerlo, pero sin perder la autonomía propia que le permite generar un pensamiento crítico, autónomo e intuitivo con respecto a las cuestiones que están pasando, a las cuestiones que nos importan. En ese sentido mi texto no es para nada complaciente con la revuelta y es muy crítica al respecto. Hay algunas consideraciones bastante desarticuladoras de la épica de la revuelta y que provienen justamente del mismo humor paródico del carnaval. Al momento de leer lo carnavalesco dentro de la revuelta veo la autoparodia que hay en ello, pero eso ya es un desarrollo más largo.

Ahora has sido premiado por investigación, pero acabas de publicar la novela corta Tracción a sangre (2023) al mismo tiempo que escribes poesía. ¿Cómo sientes que se vinculan tus diferentes registros escriturales?

Cada pensamiento va adquiriendo su forma, y ahí estoy pensando en el ensayo, y luego cada forma va a encontrando su propio pensamiento y ahí estoy pensando en el poema. Creo que hay un entrecruce entre ambas. Próximamente voy a publicar un ensayo sobre esta relación, entre ambos géneros, la estoy preparando en este momento. Está en la tecla de lo que viene haciendo Mario Montalbetti y Anne Carson. Tracción a sangre es una ficción especulativa que parte en la revuelta en Valparaíso. Es un grupo de jóvenes que están en una okupa en plena revuelta y se comienzan a desarrollar los acontecimientos de forma muy cruda en la primera parte, para dar un salto hacia una ficción especulativa donde la revuelta no se detuvo, no se cerró en el pacto institucional que conocemos, sino que continuó, y no es que haya continuado en forma utópica, sino que adquirió otras dimensiones quizás aún más monstruosas.

Estamos demasiado acostumbrados a encasillarnos dentro de algún género, pero eso es muy reciente. Es una cuestión quizás media neoliberal. Antiguamente los escritores hacían de todo, partamos con la gran referencia de la lengua castellana, Don Quijote de la Mancha: tienes narraciones, todos los tipos de poemas de la época, ensayo, diálogos muy propios de la dramaturgia. Esto de que se hayan separado los géneros y de que pastelero a tus pasteles es una cuestión que hay que darle una vuelta y que probablemente sea muy falaz. Creo que actualmente están comenzando a hibridar y que es algo que se está promoviendo afortunadamente en distintos espacios. 

Ficciones subterráneas. Ensayos sobre el laberinto

Ignacio Quezada es parte del proceso del Laboratorio de Escritura Territorial de este año.

Ignacio me cuenta de su investigación, sobre el laberinto y la muerte, cómo se ha ido representando en distintas obras literarias y en las artes plásticas. Ignacio, a diferencia de Sergio, es un autor no publicado. Le pregunto qué le ha significado este reconocimiento, ganar en una categoría a todas luces difícil. 

«El reconocimiento me ha traído mucha alegría, porque es como que te reconozcan la labor de investigar y generar ese análisis. Producir una obra con cierta estética que intentaste plasmar y que quizás lograste plasmar. Es bonito en realidad, que le pueda llegar a alguien y que alguien diga “oye esto está bueno”. Pero sobre todo me ha significado motivarme a seguir haciendo este tipo de cosas, ojalá poder publicarlo algún día».

Fui compañera de Ignacio en el Laboratorio de Escritura Creativa del BAJ, y si bien no he leído su ensayo, atisbo en sus respuestas la misma calma que percibí en su escritura en el taller, preveo esa indagación sensible y cercana con la que se acerca a las cosas: las recoge con cuidado para mirarlas de cerca, pero luego las devuelve a su lugar. No hay afán acaparatorio y he allí algo refrescante.

Hoy en día, donde las investigaciones académicas suelen ser sobre la especificidad, ¿cómo fue el desafío de trabajar sobre un tópico tan sugerente y con una tradición tan amplia como el laberinto?

El desafío es difícil, sobre todo en el contexto académico. Porque al fin y al cabo es un contexto que siempre te está pidiendo especificar y especificar en tu área de investigación, el objeto de estudio. En este caso, un tópico así de sugerente te permite explorarlo desde distintas aristas que pueden llegar a ser como infinitas. Te lleva a enfrentarte con mucho, mucho material que se ha hecho en torno a ese tópico. Entonces básicamente lo que tienes que hacer es encontrar una línea que te ayude, y que a veces simplemente te la dicta tu propia trayectoria. En mi caso fue revisitar lecturas personales en las que podía identificar este símbolo y lo que a mí me interesaba de él.

Entonces, del ensayo que enviaste al concurso, y del texto que fue tu tesis originalmente del magíster. ¿Hubo un proceso de modificación? ¿Qué tan cercano o lejano es para ti la academia y el ensayo?

Sí, hubo un proceso de modificación. El texto de la tesis del magíster era un poco distinto, igual siempre lo escribí con la intención de después convertirlo en un libro, y ese libro, lo admito, llevarlo a este concurso. Como lo pensé originalmente para hacer este libro, siempre fui como intencionando que tuviera otra estructura, que se moviera de distintas maneras, pero obviamente tuve que cumplir con ciertas cosas mínimas del contexto académico que después tuve que eliminar o cambiar. Sobre todo, muchas justificaciones en el proceso de análisis, en la metodología, o en la argumentación de lo que quería hablar. Hubo en todo ello una modificación.

En cuanto a qué tan cercano o lejano es la academia o el ensayo, yo creo que es una relación compleja. Yo creo que la academia ha tomado el ensayo y lo ha transformado quizás en lo que es el ensayo académico, que ha perdido quizás el espíritu y el alma de lo que puede llegar a ser el ensayo. Al final coarta un poco sus capacidades como género. Obviamente con un fin super particular, que a la academia yo creo que le sirve, pero creo que es bueno también que se vayan abriendo esos límites para poder experimentar y realizar trabajos que se pueden estar perdiendo debido a esa exigencia que tiene la academia.

MELCLA

Hugo Herrera ha activado el ensayo a partir de nombres como Martín Cerda y Ángel Rama.

Converso también con Hugo Herrera, investigador y profesor del ILCL. Le pregunto sobre cómo reciben esta noticia:

 «Lo primero que me gustaría relevar es que el mérito absoluto de este reconocimiento es de ellos, de Ignacio y de Sergio: por llegar con una idea, persistir en ella, insistir a pesar de todo y desarrollarla. Para el programa ha sido una alegría tremenda. Yo me atrevería a decir que uno de los grandes hitos que ha tenido el MELCLA en su joven historia: es un programa que nace el 2017. Que dos estudiantes de la misma cohorte sean reconocidos dentro del que quizás es el premio literario más importante en Chile anualmente es sin duda un reconocimiento grande para ellos, en primer lugar por supuesto, y en menor medida también para el programa. Porque de alguna manera dentro de la misma comunidad de la universidad, o de la comunidad disciplinaria en un sentido más extendido, reconoce y valida las decisiones y las voluntades que han prevalecido en la dirección del programa: poder darle cabida y validez a una heterogeneidad de formas».

¿Cuál es el lugar de lo ensayístico en el programa?

El MELCLA es un programa académico fundamentalmente, por supuesto que está la opción de hacer una tesis más tradicional, pero también está esta opción de hacer un ensayo. Y lo que me parece muy importante para el caso particular de Ignacio y de Sergio, que fueron compañeros, es que entorno a ese grupo y a esa generación comenzamos a implementar una serie de prácticas de exposición de sus trabajos para que fueran comentados y retroalimentados, quizás ese fue el mayor aporte del programa. Esa cultura de la escucha, de la atención y de la generosidad es tal vez otra forma de la hibridez en la que piensas.

¿Hay un trazado hacia una escritura más híbrida que pervierta esta división aparente entre la escritura académica y la ensayística?

En el caso concreto del MELCLA hay varios profesores que intentamos practicarla y que la hemos practicado incluso editorialmente como es el caso de la editorial Mimesis. Lo que yo valoraría en la mención a la hibridez en esto serían dos cosas: primero el hecho de defender dentro de un espacio tradicional otra forma de escritura.

Segundo, cómo también ciertas prácticas ligadas a la disciplina de los estudios literarios pueden retroalimentar la escritura ensayística: cierta rigurosidad en la bibliografía, el trabajo con las fuentes teóricas. Y eso yo creo que hay una hibridez importante en este caso, de retroalimentación, entre la escritura que tú llamas académica y la escritura ensayística, no solamente a nivel de cómo se escribe, sino que a nivel de cómo se trabajan las ideas.

(*) Los retratos son de Kika Francisca González, la ilustración de Vladimir Morgado.

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